5 de abril de 2009

Miedo

Llevo unos cuantos días pensando en la tan manida y sobada "crisis".

En mi trabajo, todo el mundo dice que se nota. Todo el mundo afirma estar sobrecargado, agobiado porque no llega, y predomina un pesimismo general ante la situación económica, ante las posibilidades de estabilidad y continuidad en el empleo. Yo me pregunto ingenuamente porqué si en coyuntura económica desfavorable hay menos trabajo, la mayoría de la gente que conozco no tiene tiempo ni para respirar...

Las empresas lo notan, no contratan personal e incluso despiden gente. Las reivindicaciones laborales, profesionales y salariales, los permisos, los derechos adquiridos con tanto esfuerzo y reconocidos en negro sobre blanco por la Ley, parecen quedar para mejor momento. ¿Por qué hay tanto miedo al cambio y tanto pavor a la palabra "crisis"?¿Por qué se ha generado esa parálisis, ese adormecimiento, ese virgencita que me quede como estoy? Se me suscitan diversas ideas encontradas.

Aún siendo consciente de la destrucción de empleo que está habiendo no sólo en España, sino a nivel mundial; conociendo las más negras expectativas que ha planteado el Banco de España a la situación de nuestro país, creo que en general, y de un tiempo a esta parte, los Gobiernos del mundo occidental gobiernan a golpe de miedo. En un curioso símil con la gestión de los recursos humanos que predominaba - y que aún predomina en buen número de organizaciones -, hasta no hace demasiado en las empresas, parece que a nuestra clase política le resulta rentable atizar el miedo, los bajos instintos, la desconfianza, el estatismo social. Sin duda el miedo fomenta el consumo, la necesidad de acaparar y de poseer, de rodearse de objetos inútiles que nos protejan, no se sabe muy bien de qué, seguramente de nuestar endeblez mental. Pero lo que es seguro es que el miedo no fomenta el riesgo emprendedor ni la innovación social...

Es curioso, siempre he relativizado la palabra crisis, tal vez porque me considero en crisis permanente. Crisis en griego significa transformación, la ruptura de algo para evolucionar hacia algo nuevo, con un momento intermedio de desajuste y adaptación. Dolorosa? Claro. Pero la esencia de la vida es un continuo cambio, un perpetuum mobile que sólo llega con la muerte. Y encima ahora demuestran que el miedo a padecer ya produce, a nivel mental, destrozos similares a los que tendría el hecho en sí... al final, todo es un tema de actitud.

Ante la tormenta, serenidad, pues sólo con la seguridad en las propias posibilidades y la confianza en que más allá, aguarda la calma, podremos manejar la nave para llegar a buen puerto... Y la esperanza, como una lucidez ante las oportunidades que en ese nuevo mundo, producto de la crisis, podremos encontrar...

1 comentario:

Madame Tafetán dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo, la verdad. Yo también me he planteado estos días el sentido etimológico de la palabra crisis y me he fijado (como para no hacerlo) en el ambiente enrarecido que hay, pero yo he decidido tomármelo con calma, mirando hacia delante y con buen humor