14 de febrero de 2009

Impresiones francesas del siglo XX

El jueves pasado tuve la oportunidad de disfrutar de un espléndido concierto casi íntegramente de música francesa - a excepción de El idilio de Sigfrido, de Wagner-. El programa se completaba con La pavana para una infanta difunta y el Concierto para piano y orquesta en Sol mayor, ambas piezas de Maurice Ravel, así como la suite sinfónica La mer, de Claude Debussy. La orquesta, la de Radiotelevisión Española, y el director, el siempre solvente y clásico Günther Herbig. Al teclado, un pianista cuyo nombre me resultaba familiar y al que nunca antes había tenido ocasión de escuchar, el también francés Pascal Rogé.

Ravel (a quien podéis ver en la imagen)es uno de mis compositores favoritos. Siempre me ha resultado muy atractiva esa cualidad tan impresionista que le emparenta con sus coetáneos, mezclada con un colorido y una musicalidad muy españolas que nos recuerdan al folklore patrio, a Falla, a Albéniz. No hay que olvidar que los artistas franceses han explotado repetidamente y como fuente de inspiración, una cierta vena españolista... La interpretación de la Pavana fue dulce, lírica y memorable, con esa melancolía tan particular que le caracteriza, y Pascal Rogé alcanzó momentos de gran hondura en el Concierto para piano, en especial en un segundo movimiento muy delicado que se vio acompañado de un silencio significativo entre el público.

A este respecto, el programa de mano que se repartió ponía de manifiesto el carácter minucioso de relojero de un Ravel fuertemente influido por su padre, ingeniero-inventor suizo, y por su madre, una vasca que le inculcó el amor a la naturaleza y a la música. Esta minuciosidad se reflejó siempre en sus obras, de un rigor matemático, que pedían del compositor todo su esfuerzo. Ravel llevaba esa rigurosidad , pulcritud y gusto por la perfección a todos los aspectos de su vida. Amante del refinamiento, era un dandi redomado, que viajaba siempre rodeado de maletas y baúles donde apilaba 25 pares de pijamas, decenas de camisas, corbatas, pañuelos de americana, todo a juego. Se dice que en dos ocasiones a punto estuvo de suspender los conciertos que iba a dar por haber olvidado sus zapatos de charol en hotel anterior... Todo un personaje que se rodeó de personajes como él, y para muestra un botón. Previa a la composición de su famoso Concierto para piano, el pianista vienés Paul Wittgenstein - hermano del filósofo -, encargó a Ravel un Concierto para la mano izquierda...La explicación de esta excentricidad era sencilla: Wittgenstein, que era un virtuoso de este instrumento, regresó a casa tras luchar en la Primera Guerra Mundial, manco del brazo derecho...y extendió su encargo a Benjamin Britten, Strauss y Prokofiev, aparte del propio Ravel...

Ya se sabe que la realidad, a veces, supera a la ficción... Y para volver a la cruda realidad, os dejo el segundo movimiento del famoso Concierto en sol mayor, a cargo del incomparable Samson François.



1 comentario:

marta_tururu dijo...

Gracias por votary comentar en x4duros.
un saludete :D