27 de noviembre de 2008

Todos somos extraños


Observad con detenimiento esta foto, que he escogido expresamente de entre la variedad de retratos que podría haber escogido para ilustrar este post. Un hombre de mediana edad con aspecto bohemio e intelectual, en postura relajada, en un barco tal vez, con una indudable pinta de artista. Diríase un pintor francés en un bateau-mouche de los que recorren las plácidas aguas del Sena, a punto de desplegar su caballete y su paleta. Este hombre es Sándor Márai. 

Márai tuvo una vida azarosa, como la de muchos otros centroeuropeos que nacieron en 1900. El escritor emigró de Hungría, huyendo de la dictadura, y con posterioridad, abandonó el continente en dirección a Estados Unidos, huyendo de la guerra. Su obra fue denostada y proscrita en su país, y acabó por suicidarse en California en 1989 (no es que sea experta en el húngaro, es que se me da muy bien leer las solapas de los libros...). Por eso tal vez el existencialismo, un cierto desasosiego vital y la desesperanza, sean elementos comunes a muchos de sus libros.       

De hecho, acabo de terminar la quinta o sexta de sus obras que leo, La extraña. La extraña cuenta, en esencia, la historia de un intelectual de comienzos del siglo XX que parte de viaje por el Mediterráneo, pretendiendo encontrar una respuesta a su desazón existencial. No es la que más me ha gustado pero me da la excusa para presentaros al que en su momento estaba considerado como uno de los autores más importantes de la literatura centroeuropea, al que se redescubrió tras la caída del Comunismo soviético. 

Màrai me parece un escritor irregular. Dependiendo del momento, puede parecerme burgués, arcaico, en desuso. Sin embargo, he de confesar que La mujer justa es uno de los libros más impresionantes que he leído en mi vida, y que El último encuentro justifica, en mi opinión, la fama que Màrai atesoró. Si por algo destaca es por la descripción psicológica de los personajes, por su capacidad de bucear introspectivamente en los corazones humanos, en ponerle palabras a tantas sensaciones íntimas. A menudo he sentido cómo los personajes vivían, latían, eran carnales, casi impúdicos. Sus libros siempre se impregnan de un romanticismo, explícito o latente, desgarrado. Sus hombres y mujeres buscan con ahínco la redención a través del sexo y del amor. Pero frecuentemente se extravían... Si no le habéis hincado el diente, probad...

(enlace al primer capítulo en pdf de La extraña)    

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo "El último encuentro" requetesubrayado. Después leí una segunda novela de él pero ya no me dijo gran cosa... y me desenganché. Veo que tú has seguido ahí dale que te pego :)

eMe dijo...

Uxío, he de confesar que la persistencia es uno de mis defectos...o de mis cualidades, según se mire... :) Creo que con Sandor Marai tuve fortuna porque La mujer justa, que fue mi primera aproximación a su obra, me impactó de tal manera, que me predispuso a sumergirme de lleno en otras de sus novelas. Divorcio en Buda la coloco en la categoría de novelita burguesa, anticuada e insoportable. La herencia de Eszter me parece una aguda reflexión de la condición femenina de comienzos del XX. Y esto deseando "zamparme" sus memorias...
Me congratulo de que compartamos gustos literarios, admito ecomendaciones y sugerencias... :D