11 de abril de 2013

Oz


Fiel a mis costumbre y a mis aficiones, acudí al cine a ver Oz, el Poderoso (creo que en España se ha titulado Oz, un mundo de Fantasía), la inevitable revisión contemporánea de la inolvidable película de Judy Garland.

Bien es cierto que no tenía grandes expectativas hacia esta película por cuanto la historía es archi-conocida, y los personajes a priori no hacían presagiar interpretaciones de Oscar. 
Ni falta que hacía. El gancho que me hizo gastar la pequeña fortuna que a día de hoy cuesta ir al cine fue un traíler (debajo) que presagiaba un despliegue inusual de animación, perfección visual, paisajes alucinantes y efectos especiales. Eso, y la mano maestra del fantástico Sam Raimi, un seguro contra el aburrimiento (director de la trilogía de Spiderman y productor de la originalísima Alicia en el País de las Maravillas de Burton). Y por qué no, un reparto más que decente (James Franco, Mila Kunis, Rachel Weisz, y Michelle Williams).


Me lo pasé como los niños.

Sin temor a exagerar, no recordaba haber visto nunca en pantalla grande una demostración similar de talento en la animación y la recreación de paisajes fantásticos. La disposición de todo tipo de medios visuales y tecnológicos han permitido dar forma eficazmente a escenarios que antes sólo estaban en la imaginación, lo cual no ha sido en desdoro de esta superproducción. 


Podría pensarse que la película es un precioso envase con un conjunto de enormes bellezones en pantalla. Y lo es, no puede negarse. 

Sin embargo, me ha parecido un filme respetuoso con el espíritu de la novela de Baum, insospechadamente vinculado a la melíflua versión de Judy Garland (sin embargo, ¿qué tendría esa película? Yo estaba enamorada de los chapines de rubíes de la ñoña Dorothy y del camino de baldosas amarillas...) y respetuoso con el público (una historia con lecturas adultas que transcurren en paralelo a la más evidente codificación para los niños). 
 
No pude evitar acordarme de la primera versión en la recreación de la ciudad de Oz con sus absurdos duendecillos y personajes, en la bruja mala y su escoba (aunque la versión 2013 está evidentemente sexualizada), y en general en el espíritu fantástico, más bien alegre, lleno de maravillas y algunos horrores, latente durante todo el metraje.

Y algunos detalles excelentes, tiernos, conmovedores, asombrosos, que le dan interés y carácter particular a esta película. Esa larga introducción en blanco y negro, con la pantalla reducida, correspondiente a la gris y cruda realidad del estafador y fracasado Oz (histriónico y eficaz James Franco); el expresivo, casi humano mono volador, que tiene el papel de la película, y la deliciosa niña-muñeca de porcelana, con su carita brillante y su fragilidad siempre puesta a prueba. 

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