Invierno en el barrio rojo es una obra que se está programando estos días en la sala pequeña del Teatro Español (de hecho creo que los pases acaban hoy).
Sin embargo ha sido toda una experiencia ver esta obra que, de texto irregular, ambientación y trama más bien sórdidas, cuenta la historia de dos amigos, Matt y Daniel, escritores de teatro, que conocen y se acuestan sucesivamente con una joven prostituta, Christina, durante su breve estancia en Amsterdam. El comienzo de la obra ya es prometedor: Matt, el más vulnerable y solitario de los dos, en la cochambrosa habitación que comparten, intenta sucidarse colgándose del cuello con la correa del cinturón.
Daniel y Christina entran en escena, evitando la tragedia, y a partir de ahí se desencadena un extraño triángulo amoroso en el que se pone en evidencia el desarraigo de los personajes, la vulnerabilidad, la desafección, la soledad y la desesperación en la que viven. Un triángulo que se prolongará en el tiempo, reproduciéndose con posterioridad en Nueva York y con un desenlace inesperado
El texto quizás no es el mejor del mundo pero hay un sólido trabajo actoral. Ambos chicos cumplen a la perfección con sus papeles, uno atolondrado, romántico, frágil y sabelotodo (Gonzalo de Santiago), el otro simplemente un inmaduro vividor, cabrón y oportunista (Alejandro Botto).
Sin embargo creo que brilla con luz propia Aura Garrido, con un físico que sin lugar a dudas contribuye a darle una dimensión de una cierta pureza e incontaminación a su personaje y paulatinamente se muestra como la mujer eterna, sabia, hastiada y de vuelta de todo. Aura está bellísima, con sus ojos claros y su piel de porcelana, y magnífica, creciéndose a lo largo de la función.
Estar metida en la escena, contándoles hasta los poros de la piel a los actores, hizo el resto.
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