«Es difícil imaginar una juventud más monótona, más sórdida y más carente de toda alegría que la mía. Al evocarla al cabo de tantos y tantos años, vuelvo a sentir el inmenso tedio de aquella tranquilidad muerta que se prolongaba, se prolongaba inalterable, durante el largo período de tiempo que discurría entre los poquísimos acontecimientos familiares...»
Así comienza Un matrimonio de provincias, de la Marquesa de Colombi, novela publicada por vez primera en la Italia de 1885. La autora, que tenía poco de marquesa, fue popular en la época y se perdió en el olvido de los tiempos, hasta que Italo Calvino rescatara esta pequeña maravilla hacia los años 70 del siglo XX.
Y es que la novela cuenta la historia de la ingenua, fresca y, como decían sus parientes, bobalicona y beatífica Denza, desde su infancia hasta su matrimonio, y de la tía que se escondía en la cocina detrás del biombo, de la madrastra que mascaba anís estrellado y llevaba una bola caliente en el manguito, y de la hermana Titina, y de sus primas y del ambiente pueblerino y sofocante de Novara, cuando las jóvenes no tenían otro propósito en la vida que ser piadosas, casarse, formar una familia y ser buenas esposas. Denza vive en sus ensoñaciones para escapar de una realidad opresiva, mediocre, insulsa estrecha, llena de alienantes convenciones sociales. Y la narración acompaña sus pensamientos a modo de diario íntimo, directo y actual, que hace de esta novela una obra digna de ser leída.
Y atentos a la vida de la autora, alguien a quien hoy llamaríamos una pionera...
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