7 de diciembre de 2010

La hija de Robert Poste

En estos días he tenido la oportunidad de leer un libro de una autora para mí desconocida. 

Debo confesar que la decisión de comprarlo recayó en un suceso tan frívolo como el sentirme atraída por la portada que aquí veis, con una ilustración de lo que parecía una preciosa parra, en una edición muy cuidada de Impedimenta. Los comentarios de las solapas hicieron el resto. Así es como cayó en mis manos La hija de Robert Poste, del que dicen una de las novelas cómicas inglesas, más perfectas del siglo pasado.

Ignoro si esto es verdad o no pero reconozco que empecé a leerlo con una sonrisa en los labios y la sonrisa no se me ha quitado de principio a fin. En la novela, la protagonista, la joven londinense Flora, se queda huérfana siendo ya una señorita y acaba siendo acogida por unos rústicos parientes en la granja de Cold Confort Farm. 

En su nueva vida, lejos de la ciudad, Flora convivirá con un predicador en perpetua amenaza de las llamas del infierno, la matriarca loca y dominante que vio algo sucio en la leñera, un primo dominado por su despertar sexual, o una prima pastoril y asilvestrada como un cordero. Y ella, en su ingenuidad, y ni corta ni perezosa, se decide a mejorar la vida de todas esas personas.

Divertida e irreverente, empieza como una historia trasnochada y victoriana y acaba siendo fresca, amena y moderna. Para pasar un buen rato.

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