6 de diciembre de 2009

Haruki Murakami



De Kafka en la orilla lo primero que me atrajo fue el título. Era un título muy raro.

Comencé a leerlo y según pasaban las páginas la sensación de incredulidad y de estar perdiendo el tiempo fueron aumentando exponencialmente. Este tío está como una cabra. No tiene ni pies ni cabeza...Pufffff...voy a dejarlo. Y en estas estaba cuando de repente la historia empezó a cobrar sentido y los personajes a divertirme. Aunque todos eran unos inadaptados sociales que vivían historias imposibles. Tanta rareza acabó por conmoverme y engancharme.

No me considero una experta sobre Murakami, sólo he leido tres de sus novelas y sin embargo, hay algo en sus libros que le convierten en un autor especial, diferente, que estoy segura que a muchos gusta y a otros,simplemente, enerva. Tokio Blues me gustó mucho. After Dark es, a mi modo de ver, la más floja.

Pero me interesa su recurrente descripción de la soledad.
Su pasión por la música.
La accidentalidad sinsentido de la vida de sus personajes, quizás tan azarosa como la vida misma. 
O los gatos, que a Murakami le gustan y a mí me encantan.
Y su forma de escribir, pulcra y casi silenciosa, que identifico con una forma muy japonesa de desenvolverse.
Y la presencia de algo en sus historias, en sus criaturas, del todo punto indefinible, del todo punto intangible, que nunca llegamos a desentrañar.
Quizás como el propio Murakami, que se esconde, no se prodiga y al que nadie apenas conoce. 


1 comentario:

Madame Tafetán dijo...

Pues a mí me horripila :) Es cierto que sólo he leído Tokyo Blues y acabé de mala leche, porque no le da importancia al personaje más atractivo y por la asepsia con la que describe las relaciones sexuales.
Algún día intentaré probarlo de nuevo pero, de momento, tiene que pasar un tiempecillo