25 de octubre de 2009

Henri Fantin Latour


La exposición de Henri Fantin Latour en el Museo Thyssen se ha inaugurado sin apenas  hacer ruido. Y no es extraño si tenemos en cuenta que la institución  cultural ha programado simultáneamente una muestra sobre el arte y el sexo...Y que, una vez en el recinto del Museo, comprobamos los precios de entrada a sendas exposiciones (7 y 8€)...para pensárselo, ¿no? O para echarlo a suertes...

Y es que Fantin Latour ha sido siempre un artista poco conocido. Nacido en 1836, y muerto en 1904, y discípulo de Gustav Courbet, Fantin Latour cultivó siempre un estilo naturalista, sobrio, clásico y reposado, alejado de las veleidades vanguardistas de sus coetáneos. Esta postura artística le relegó a la sombra,  en un tiempo en que florecía lo mejor del Impresionimo francés. A Fantin Latour se le ha venido considerando históricamente como un pintor "de floreros", como si su obra fuera puramente decorativa, limitada  a copiar del natural,  y desprovista de interés o de talento pictórico. Nunca fue profeta en su tierra; de hecho, en vida del pintor, sus naturalezas muertas gozaron de gran éxito entre la sociedad inglesa mientras eran denostadas en su país de origen.

Sin embargo, la exposición del Museo Thyssen nos enseña a un  pintor  al que hay que mirar con detenimiento. Aparte de las ya comentadas naturalezas muertas, encontramos en esta exposición buenos ejemplos del Fantin más joven, que copiaba a otros pintores en el Louvre; el autorretratista; ejemplos de sus alegorías históricas, musicales y poéticas; y una más que notable selección de retratos de sociedad, de grupo y de mujeres lectoras. De la visita tranquila a la exposición llegamos a la conclusión de que este pintor es un pintor de la quietud, de la intimidad, del silencio, casi del recogimiento; que sus obras tiene una concepción serena, pulida, sobria y elegante. Sus autorretratos nos retrotraen a Rembrandt. Sus naturalezas muertas tienen ecos de los mejores pintores holandeses. Sus retratos entroncan con una línea constante en el tiempo de pintores como Vermeer, Velázquez o Van Dick. Es muy difícil llegar a pintar de esta manera tan sobria, tan pura, real y llegar a un resultado tan conmovedor.

Creo que hacía tiempo que una exposición no me impresionaba tanto. Frente a tantos estímulos artísticos que se van solapando y nos llevan con la lengua fuera, esta muestra es probablemente y sin temor a exagerar, la exposición del año. Os animo a que vayáis y luego, me contéis qué os ha parecido.






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